miércoles, 20 de marzo de 2013

Todavía es temprano en el pontificado del Papa Francisco y ya cada detalle, cada respuesta y cada movimiento es motivo de análisis y discusión, en los cuales los “expertos”, profesionales o amateurs, nos dicen lo que cada giro de una frase o detalle biográfico que surge significará para su papado.


CAMINAR, CONSTRUIR, DAR TESTIMONIO, SIEMPRE CON LA CRUZ.

Padre Shenan J. Boquet
Presidente de HLI

 Ello es en parte comprensible: la Iglesia y el mundo quieren saber más acerca de este hombre que apenas ha sido elegido para guiar a los más de mil millones de católicos del mundo.

Pero, alimentado por el sensacionalismo de los medios de difusión las 24 horas del día, este interés también puede ocasionar graves malentendidos a medida que la gente proyecta sus propios deseos y temores sobre cada nueva revelación acerca del nuevo Papa. Por ello es que debemos ser pacientes y estar en oración mientras nos preparamos para orientarnos debidamente acerca del nuevo capitán de la Barca de Pedro.

Con todo, las personas de buena voluntad pueden hacerse un juicio modesto y razonable.

Algo que dice mucho acerca de nuestro nuevo Santo Padre es que, en un momento en que todo lo mundo estaba mirando, en cada momento humano y sin guion en el que la muchedumbre lo miraba en silencio, el recién elegido Papa demostró una extraordinaria humildad al pedir que oráramos por él antes de su primer acto pontificio que sería bendecir a la Iglesia y a todas las personas de buena voluntad. Además de esta buena impresión que ha causado, la cual aumenta mientras conocemos más de su historia personal de solidaridad con los pobres y sencillos, están las anécdotas, como el informe de que se negó a ser conducido por un chofer en la limosina que lo llevaría a la cena luego de la ceremonia de investidura papal, y en vez de ello abordó el minibús junto a sus hermanos cardenales.

También estamos conociendo más datos acerca del cónclave del 2005, del cual se ha difundido mucho, aunque no se ha informado oficialmente, el hecho de que el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, quien estaba de segundo en la votación detrás del Cardenal Josef Ratzinger, exigió que se retirara su nombre y, en vez de ello, le dio todo su apoyo al futuro Papa Benedicto XVI. Este no es un hombre que estaba buscando el honor y el poder de la Cátedra de Pedro.

Reacciones como éstas nos dicen algo acerca del corazón de una persona. Lo que diga en momentos que han sido preparados con más cuidado, nos dicen algo acerca de su intelecto y sus intenciones. Vimos en su primera homilía como Papa, durante la Misa “pro Ecclesia”, una clara y explícita continuidad con Benedicto XVI. El tema de la homilía fue “Caminar, construir, dar testimonio, siempre con la Cruz”.

Primeramente, el Papa Francisco se refirió al Antiguo Testamento y a la admonición que Dios le hizo a Abraham: “Camina en mi presencia y sé perfecto”. Nuestra vida es un caminar. Cuando dejamos de caminar, algo anda mal. Caminar siempre en presencia del Señor, en la luz del Señor, buscando vivir la perfección que Dios pidió a Abraham en Su promesa.

Luego, aludiendo al gran mandato que Jesús dio a San Francisco de Asís, el Santo Padre pidió a sus hermanos obispos y a todos nosotros edificar, construir la Iglesia. Ello significa piedras. Las piedras son sólidas, pero éstas son piedras vivientes, piedras que son ungidas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la Esposa de Cristo, sobre la piedra angular que es Cristo mismo.

Después, en lo que fue su primer paso en cuanto a “lo práctico” como parte de este tema, recordó uno de los llamados más constantes de sus dos predecesores: la centralidad de la evangelización en la misión social de la Iglesia, que es, de hecho, su identidad:

“Dar testimonio… Podemos caminar cuando queremos, podemos construir muchas cosas, pero si no damos testimonio de Jesucristo, no servirá para nada. Podremos convertirnos en una ONG [= organización no gubernamental] filantrópica, pero no seríamos la Iglesia, la Esposa del Señor. Cuando no avanzamos nos detenemos… retrocedemos. Cuando no construimos sobre la roca, ¿qué ocurre? Lo mismo que les pasa a los niños cuando construyen castillos de arena en la playa. Terminan derrumbándose porque no tienen solidez.”

¡Que toda la Iglesia diga: “Amén”! Por favor, lean la breve homilía del Santo Padre cuando tengan la oportunidad. La Iglesia, como dijo de manera tan maravillosa el predecesor del Papa Francisco, no es meramente una institución con una misión, ella es la misión. Esta misión exige que los fieles, por amor (caridad) a Jesucristo, se encuentren con y sirvan a – caminen con – los hermanos y hermanas más vulnerables y pobres en solidaridad y subsidiaridad.

Aquí, en su primerísima homilía, en su primera declaración de prioridad a sus hermanos, el Papa Francisco se hizo eco de Benedicto XVI al insistir que la misión esencial de la Iglesia no es un mero esfuerzo “filantrópico” que asume los estándares profesionales (si no todas las prácticas) de grupos seculares, muchos de los cuales hoy en día, de manera colectiva, gastan miles de millones de dólares para impedir que nazcan bebés. La labor de la Iglesia está motivada por el amor, y es verdaderamente radical en el mejor sentido de la palabra, ya que ve en cada persona a la persona entera, destinada al cielo aún mientras lucha aquí en la tierra. Cuando la Iglesia actúa como si fuese solamente una “ONG filantrópica”, está traicionando su misión y su identidad.

Hemos abordado este tema muchas veces en estos artículos, si bien no somos, ni de lejos, los únicos en hacerlo. En los documentos Sacramentum Caritatis, Deus Caritas Est, Caritas in Veritate, en varias cartas y declaraciones, y especialmente en su último motu proprio, “Al servicio de la caridad”, Benedicto XVI no pudo haber sido más claro en cuanto a que ha llegado la hora de la renovación de la misión caritativa de la Iglesia. Caritas in Veritate – la caridad en la verdad – es la pionera de la Nueva Evangelización, que consiste en llevarle a Cristo al mundo, tomando nuestra cruz y siguiéndolo, sin importarnos que seamos vistos como “liberales” o “conservadores”, de “derecha” o de “izquierda”. No podemos convertir nuestra misión en una cruzada partidista, y no debemos encasillar políticamente al Papa Francisco, como tampoco debimos hacerlo con Benedicto XVI y el Beato Juan Pablo II.

Estamos con la Iglesia y con el Papa en espíritu de gratitud y obediencia.

Estos son, de hecho, unos tiempos históricos para la Iglesia – son unos tiempos de grandes cambios y de gran esperanza. Es hora de tomar en serio nuestra fe y de orar encarecidamente por nuestro Santo Padre.

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