viernes, 1 de marzo de 2013

La sede vacante que se inició hoy en el Vaticano tras el fin del pontificado de Benedicto XVI es el período y las circunstancias especiales que se dan cuando una diócesis o iglesia particular queda sin obispo o sin pastor.


A LA ESPERA DE UN PONTÍFICE

Los alcances de la sede vacante en el Vaticano por la renuncia del Papa

En este caso, la Sede Apostólica –Roma- permanece en este estado desde la muerte o la renuncia de un papa y hasta la toma de posesión de su sucesor, que fue elegido por los cardenales con derecho a voto -menores de 80 años- en una reunión que se conoce con el nombre de cónclave.



El protocolo a seguir en estos casos está indicado por la Constitución apostólica "Universi dominici gregis", publicada por el beato papa Juan Pablo II el 22 de febrero de 1996, y por el Código de Derecho Canónico.

Tras la renuncia, las funciones del Papa no son asumidas por nadie; solamente la administración ordinaria puede ser desarrollada por un colegio de tres cardenales que asumen en rotación los diferentes asuntos.

Con el alejamiento del Papa, todos los cardenales presidentes de las congregaciones de la curia romana y el cardenal Secretario de Estado dejan automáticamente sus cargos, a excepción del vicario de la diócesis de Roma, del decano del Colegio Cardenalicio, del Penitenciario Mayor y del camarlengo o chambelán. Esta función es cumplida por el cardenal Tarcisio Bertone, hasta ahora secretario de Estado.

En tanto, tampoco cesan en sus funciones los legados pontificios, como son los nuncios, pronuncios y delegados apostólicos.

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