El Papa, a su llegada decidió recorrer las calles de Río en un coche simple que quedó atrapado 10 minutos en el tránsito porque una multitud lo rodeaba, golpeaba la ventanilla y hasta le tiraban regalos, generando cuestionamientos sobre el operativo de seguridad.
El primer Papa latinoamericano, defiende una Iglesia cercana a los pobres, y está empeñado en tener contacto directo con el pueblo, por eso hizo su trayecto con el papamóvil semidescubierto, levantando y besando a niños sin perder la calma, y en su rostro se veía una sonrisa de felicidad.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, en rueda de prensa dijo: “El secretario del Papa me confió que estaba asustado, pero que el Papa permaneció muy sonriente”.
Horas después, de la reunión del Papa con la presidenta Dilma Rousseff en el palacio Guanabara, centenares de manifestantes protestaban cerca de allí contra el gasto público de 53 millones de dólares para su visita y la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), pero fueron dispersados por la policía con gases lacrimógenos y chorros de agua.
En su primer discurso junto a Rousseff, Francisco, hizo hincapié en ‘una Iglesia misionera’, y llamó a los jóvenes ‘a evangelizar a las naciones en momentos en que los católicos pierden terreno frente a los evangélicos y el laicismo’.
El Vaticano anunció que: “no teme que las manifestaciones perturben la visita del Papa, pues sabe que no son dirigidas contra el Papa y la Iglesia”.
El operativo de seguridad para la visita del Papa cuenta en total con unos 30.000 militares y policías.
El Papa Francisco, quien desde su elección en marzo insiste en la necesidad de que la Iglesia, los fieles y los gobiernos presten más atención a los desposeídos, tiene previsto visitar el miércoles el mayor santuario católico de Brasil, ‘Aparecida’, en el estado de Sao Paulo, donde las fuerzas de seguridad encontraron el domingo un explosivo de fabricación casera y lo detonaron.
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