sábado, 27 de julio de 2013

El papa Francisco presidió el Vía Crucis de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud en la playa de Copacabana, presenciado por cientos de miles de personas en el lugar, y por millones a través de la transmisión televisiva.

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“Queridos jóvenes. Nos encontramos en los momentos fuertes de la Jornada. Juan Pablo II quiso confiar la cruz a ustedes, los jóvenes, como diciendo ‘anuncien que Jesús es la salvación’”, dijo Francisco en su discurso, tras el vía crucis.
“Una antigua historia de la Iglesia cuenta que el apóstol Pedro, al escapar del emperador Nerón, vio que Jesús iba en dirección contraria. Le preguntó adónde iba. La respuesta de Jesús fue que iba a Roma para ser crucificado de nuevo. Allí entendió que nunca iba a estar solo en el camino”, agregó el pontífice.
“Jesús carga nuestros miedos, problemas y sufrimientos. Con la cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia que ya no pueden gritar. Sobre todos los inocentes. Con la cruz, Jesús se une a las familias que lloran en soledad por la pérdida de sus hijos. Como el caso de los 242 jóvenes muertos en el incendio de Santa Maria a principios de este año”.
“Se une a todas las personas que pasan hambre en un mundo que se permite el lujo de tirar toneladas de alimentos. Está junto a tantas madres y padres que sufren víctimas de los paraisos artificiales como la droga. Se une a quien son perseguidos por su religión, sus ideas o simplemente por el color de la piel”.
“Se une a quienes perdieron su fe en la iglesia por la incoherencia de los cristianos y ministros del evangelio. Y él acoge todo con los brazos abiertos. Carga nuestras cruces y nos dice: ‘Ánimo, yo la llevo con vos y he venido a darte esperanza y vida’”.

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