miércoles, 23 de octubre de 2013

El Papa Francisco expulsó temporalmente de la diócesis de Limburgo al “obispo de lujo” alemán Franz-Peter Tebartz-van Elst, de 53 años, mientras investiga el escándalo que se desató al conocerse que gastó más de 30 millones de euros en su faraónica sede episcopal.


Franz-Peter Tebartz-van Elst. (AP)
Franz-Peter Tebartz-van Elst. (AP)

Vista. La catedral de Limburgo, junto al edificio episcopal que el obispo hizo remodelar a todo lujo. /REUTERS
Vista. La catedral de Limburgo, junto al edificio episcopal que el obispo hizo remodelar a todo lujo. /REUTERS


En un comunicado difundido hoy por la oficina de prensa del Vaticano, se explica que el Papa ha sido informado “ampliamente y objetivamente de la situación en la diócesis de Limburgo, en la que se ha creado una situación en la cuál el obispo Franz-Peter Tebartz-van Elst, en el momento actual no puede ejercitar su ministerio episcopal”.
La nota añade que se ha creado una comisión para realizar “un profundo examen sobre la construcción de la sede episcopal” y que “en espera de resultados sobre esta investigación y las posibles responsabilidades” el vicario general Wolfgang Roesch, que tenía que haber entrado en su cargo en enero de 2014, administrará la diócesis de Limburg.
“La Santa Sede considera oportuno autorizar a Franz-Peter Tebartz-van Elst un periodo de permanencia fuera de la diócesis”, es la formula utilizada para apartar al obispo.
El pasado lunes, el papa Francisco recibió en el Vaticano a monseñor Tebartz, quien llevaba varios días en Roma para poder hablar con el pontífice y explicarle su versión de los hechos. El Vaticano no informó los detalles de la defensa del obispo, aunque se sabe que sostiene que los enormes gastos por los cuales ha sido bautizado “el siervo más caro de Dios” son para la conservación del edificio histórico. Pero el arquitecto que dirige la reestructuración dijo que el obispo sabía cuánto se estaba gastando de más: incluyó una bañadera personal de 15 mil euros y un comedor y sala de 63 metros cuadrados que costó tres millones de euros.
El escándalo se difundió como pólvora entre los casi 25 millones de fieles alemanes (el país tiene 80 millones de habitantes), que pagan un impuesto riquísimo a la Iglesia, que en 2012 fue de 5.200 millones de euros. Miles de personas quieren dejar de pagarlo.
Fuente: Agencias

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