viernes, 13 de junio de 2014

Un debate dentro de la Iglesia.

CRISTIANOS Y HOMOSEXUALIDAD



(AW) Por siglos la religión ha sido el guardián de una moral que condena a los homosexuales y los considera una abominación. La religión crea un clima de opresión y sanción social, empezando por el sistema educativo, donde la homofobia es más frecuente que en el resto de escuelas.
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Donde algunos ven igualdad y respeto a los derechos humanos, otros ven en ello una persecución y un límite a su libertad religiosa.
En el primer caso, los homosexuales sienten que finalmente las leyes empiezan a pronunciarse en defensa de su inclinación sexual. En el segundo, sienten que ya no pueden expresar cómo la Biblia se opone al homosexualismo.
Por ello los cristianos no consideran justo, por ejemplo, que se les sancione por rehusar prestar ciertos servicios a los homosexuales.Y creen que la democracia se ha vuelto contra ellos.
Así piensa Gary MacFarlane. Su negativa a ofrecer terapia sexual a una pareja del mismo sexo le valió el despido, decisión que en 2010 ratificó un tribunal laboral del Reino Unido. Lo mismo ocurrió con Lillian Ladele, una funcionaria de la Oficina de Registro Civil que se negó a realizar matrimonios. También le despidieron.
Ambos casos fueron llevados ante la Corte Europea de Derechos Humanos. Pero los jueces dictaminaron que no había discriminación religiosa y que el despido, por ende, garantizaba la igualdad de derechos de las parejas homosexuales.
Iguales choques se han visto en materia de adopción, pues el Equality Act, en vigor desde 2010, prohibe a cualquier administración o empresa ofrecer un servicio menor a alguien por su orientación sexual. Por esa razón once agencias de adopción cristianas han tenido que cerrar o desvincularse de la Iglesia porque no pueden rechazar solicitudes de adopción de parejas del mismo sexo.
Homofobia prohibida
Las leyes anti-discriminación también han provocado la cólera de la comunidad cristiana por casos de arrestos de predicadores callejeros que claman que la homosexualidad es un pecado.
Dale McAlpine fue uno de los detenidos. En 2010 un policía homosexual lo arrestó cuando se encontraba en las calles de Workington, en el noroeste de Inglaterra, dando uno de sus sermones. Según la policía, el individuo recitaba una lista de pecados, entre ellos la homosexualidad. Fue liberado bajo la condición de no volver a predicar en público.
Estos arrestos se producen al amparo de la sección 5 del Public Order Act de 1986. Esta ley inicialmente señalaba que “una persona es culpable de un delito si utiliza palabras o comportamientos amenazantes, abusivos o insultantes”. Pero en 2013 se eliminó del texto el término “insultantes”, decisión que fue aplaudida por los partidarios de la libertad de expresión.
No obstante, pese a la enmienda, han seguido produciéndose arrestos de religiosos que predican contra la homosexualidad. Por lo que la Iglesia (Católica, protestante y ortodoxa) en Inglaterra ha seguido denunciando que existe una persecución legal anti-religiosa.
Sin embargo, el ex-arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, matizó en una entrevista al diario The Independent que hoy en día un cristiano puede ser visto como un “homófobo, misógino y reaccionario”, pero es “dramático llamarlo persecución”.
Sufrimiento y religión
El conservadurismo en la Iglesia promueve un ambiente dominado por la homofobia. El estigma social es aún más difícil de soportar desde dentro de las comunidades religiosas para los creyentes homosexuales.
Si además la persona osa dar un paso al frente y asumir su condición sexual, el rechazo de la familia y de las parroquias causa un trauma que en ocasiones empuja al suicidio.
Así lo demuestra un estudio de la universidad de Cambridge, según el cual 2 de cada 5 víctimas de bullying homófobo consideran quitarse la vida.
La adolescencia es el período con mayores riesgos para la estabilidad emocional de los jóvenes LGBT, que además se enfrentan al acoso homófobo en la escuela. Un fenómeno aún más pronunciado en los ámbitos educativos religiosos.
Stonewall muestra que si el 50% de estudiantes declaran que en sus escuelas les enseñan que el acoso homófobo está mal, la cifra se reduce a tan solo un 36% en las escuelas religiosas. Del mismo modo, ahí donde un 17% de profesores hacen comentarios homófobos, son un 22% en los centros confesionales.
El profesorado también sufre este acoso, según cuenta Shaun Dellenty, profesor de educación primaria, al diario The Independent. “Todavía hay algunos directores, sobre todo en las escuelas religiosas, que les dicen a los profesores homosexuales que su “estilo de vida” está en contradicción con el espíritu de la escuela”, asegura.
También menciona las historias de otros docentes, como un profesor al que la dirección dijo que su pareja no sería bienvenida a las funciones de teatro de la escuela o un subdirector al que se le impidió presentarse al puesto de superior “porque los padres no lo aprobarían”.
La presión psicológica hacia los homosexuales también pasa por hacerles creer que su sexualidad es pecado, y que pueden modificarla, empezando por casarse con alguien del sexo opuesto. Sin contar con el daño moral y la infelicidad a la que se expone una persona que se pasa la vida ocultando sus sentimientos.
También existen en el Reino Unido “terapeutas” que ofrecen ayuda a homosexuales que quieren dejar de serlo. Estudios como el de los psicólogos estadounidenses Ariel Shidlo y Michael Schoeder demuestran que estos tratamientos empeoran la salud mental, causan gran daño emocional a la persona y provocan pensamientos suicidas.
Recientemente la Association for Christian Counsellors prohibió a sus miembros esta práctica “por el interés de la seguridad pública”.
Dentro del espectro religioso presente en el Reino Unido hay una serie de comunidades africanas en las que, según la revista Mambo, la hostilidad hacia el colectivo LGBT está aumentando. El editor Joseph Ochieng declaró que es necesario concienciar sobre este fenómeno, aunque “afortunadamente en el Reino Unido no tenemos la misma legislación draconiana contra la homosexualidad que algunos países en el continente africano”.
Pero en el seno mismo de la institución eclesiástica, las actitudes homófobas y discriminatorias siguen a la orden del día. Así lo cree Ian Stubbs, un clérigo que en una columna en el Independent cita casos como el de un candidato a sacerdote que recibió la visita de un consejero vocacional con el fin de comprobar que no mantenía ninguna relación de pareja, visita que no fue realizada a otros candidatos heterosexuales.
La realidad de la homosexualidad dentro de la Iglesia parece lejos aún de salir a la luz. En una entrevista a The Daily Beast, Andrew Cain, uno de los clérigos abiertamente gay, estima que alrededor de un tercio del clero anglicano en Londres también lo es. Asimismo hace referencia a un sacerdote anónimo según el cual 13 de los 42 obispos ingleses son homosexuales. Unas cifras muy aproximativas, puesto que cualquier recuento es complicado en medio del secretismo reinante en su religión.
Iglesia dividida
El ala más conservadora no acepta distanciarse de sus textos sagrados, que según sus seguidores prohíben tajantemente la homosexualidad, uno de los peores pecados. Así lo creen protestantes evangelistas, bautistas, pentecostales, adventistas, mormones y Testigos de Jehová, pero también la propia Iglesia Católica y la Ortodoxa.
Según estos creyentes, sus iglesias no promueven el odio hacia los homosexuales, sino que creen que para ellos es beneficioso unirse a su fe para cambiar y arrepentirse, como lo haría un ladrón o un asesino.
Sin embargo, el debate que se produjo en la Iglesia de Inglaterra a principios de este año para adoptar una posición sobre el matrimonio homosexual fue un momento revelador de la diversidad de grupos cristianos que representan una visión liberal.
Changing Attitude fue la organización portavoz del movimiento cristiano gay, dirigiendo un informe al Colegio de Obispos en el que pedía el fin de la homofobia y la aceptación de los sacerdotes homosexuales. Aunque no se posicionó claramente a favor del matrimonio, sí recomendó que las celebraciones y bendiciones de parejas homosexuales, todavía prohibidas por sus dirigentes, se extendieran a todas las parroquias.
Otros miembros del clero han seguido haciendo campaña por el fin de esta prohibición. Andrew Cain, párroco de St James’s in West Hampstead y St Mary’s in Kilburn, manifestó su intención de contraer matrimonio con su novio y realizar una ceremonia en su iglesia. Este clérigo ha recibido el apoyo de la reverenda Anne Stevens, que declaró al diario londinense Camden New Journal que la decisión de la Iglesia “fuerza a los sacerdotes a discriminar entre parejas gays y heteros, lo que puede ser una ilegalidad”.
Pero en comparación con el resto de iglesias cristianas, la anglicana ha mostrado posturas más abiertas, a pesar de seguir sumida en la controversia. Por ejemplo, en 2013 permitió a los clérigos gays y con parejas de hecho acceder al puesto de obispo. Con una condición: prometer que mantendrían el celibato.
Por: Noelia Ceballos Terrén para theprisma.co.uk

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