martes, 4 de agosto de 2015

Concelebración.


En el post que publiqué ayer introducía un acápite al final en el que afirmaba que “la concelebración es un invento del Vaticano II”. Durante el día, recibí el siguiente comentario:

La concelebracion no es un invento del Vaticano II. Fue algo super comun y para la epoca de Trento se habia abandonado completamente en la Iglesia latina y no ae volvio a usar hasta el Novus Ordo. Entre los Orientalea es fue y sera moneda corriente, como en los principios de la Iglesia Romana y los Monasterios. No es algi malo en si mismo y ciertamente NO ES UN INVENTO DEL VATICANO II.
Y, en un comentario posterior, añadía que hubo concelebración hasta 1904.

Como el tema lo amerita, le responderé al amable y anónimo lector:
1. Tiene razón cuando dice que la concelebración no es un invento del Vaticano II. Yo me expresé mal o, al menos, de forma incompleta. Debería haber escrito: “La concelebración de la Santa Misa en el rito latino y en el uso actual, es un invento del Vaticano II”

2. Tiene razón el Comentador cuando dice que en Oriente es moneda corriente. En efecto, en el rito bizantino, por ejemplo, se concelebra habitualmente. Lo cual no habilita para que ese uso se traslade a otros ritos según el gusto del liturgista de turno. Si se adopta la concelebración, ¿por qué no adoptar las cortinas y las pantuflas de los armenios o el Pequeño Ingreso y el Himno Querubico de los bizantinos?

3. Sin embargo, se equivoca cuando dice que, en el rito latino, “fue algo común” y que “se había abandonado en la época de Trento”. Es verdad que, en los primeros dos o tres siglos de la Iglesia, era común la concelebración dominical del obispo con su clero. Este costumbre se mantuvo posteriormente en la Iglesia de Roma, donde el Papa concelebraba con los presbíteros de la Urbe pero no era tan común como dice el Anónimo. El Ordo de San Amando, por ejemplo, que Duchesnes data en el siglo VII (Origines du culte chrétien, Paris, 1920, p. 157), dice que el Papa concelebraba con los cardenales presbíteros solamente en algunas fiestas del año (Pascua, Pentecostés, San Pedro, Navidad, Epifanía, Ascensión y Sábado Santo). Siete días al año no convierte a una práctica en “común”. Notemos, además, que esto ocurría solamente en la Iglesia de Roma.

4. Para el siglo VIII ya había desaparecido la concelebración en la Iglesia de Roma.

5. Hay testimonios que indican que los obispos de otras sedes concelebrarían ocasionalmente con su clero. Sin embargo, estos documentos son muy escasos y no permiten afirmaciones definitivas. Y, por cierto, fue una práctica abandonada antes del siglo VIII.

6. Lo que sí resulta claro es que la concelebración, en todos los casos, se daba con el obispo. Es decir, nunca existió en el rito latino la concelebración de simples sacerdotes entre sí. 

7. El anónimo dice que también se concelebraba en los monasterios. No puedo opinar de un modo definitivo, pero lo cierto es que hasta fines del primer milenio los monasterios tenían pocos monjes sacerdotes: los suficientes para atender a la comunidad. No tenía sentido, por tanto, que concelebraran. Luego comienzan a multiplicarse debido a la necesidad de celebrar misa por los difuntos, las que eran encargadas, y pagadas, por los laicos (D. Iogna-Prat, Les morts dans la comptabilité céleste des clunisiens de l'an mil, Paris, 1990, p. 63). Cuando los sacerdotes son numerosos, la comunidad tendrá dos misas cantadas diariamente y el resto de los ordenados dirán misas privadas, en altares laterales y de modo simultáneo, antes y, sobre todo, después del capítulo (Davril - Palazzo, La vie des moines au temps des grandes abbayes, Paris, 2000, pp. 136-141). En ningún caso se habla de concelebración.

7. Hasta el concilio Vaticano II la única “concelebración” que existía era en la ceremonia de ordenación sacerdotal o episcopal en la que los neosacerdotes, de rodillas y con la casulla levantada, decían junto al obispo el Canon, como puede verse en la fotografía que ilustra el post. El anónimo dice que hasta 1904 había concelebración. Le pido que me diga en qué fuente se basa para hacer tal afirmación. Y la fuente, claro, no debe ser Bugnini o el P. Héctor Muñoz o.p., sino estudios serios de liturgia.

8. Nunca afirmé que la concelebración fuera mala en sí misma. No tengo idea si es buena o mala. Lo que digo es que no es tradicional  y, se me ocurre, que si alguien se hizo sacerdote para ofrecer el Santo Sacrificio y resulta que, una vez ordenado, tiene que concelebrar todos los días, debe sentir cierta frustración.


Conclusión: La concelebración, tal como se conoce actualmente, en la que los sacerdotes de una parroquia, seminario, convento o monasterio, concelebran habitualmente, no pertenece de ninguna manera a la tradición del rito latino y es una innovación (invento) del Vaticano II.

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