domingo, 28 de abril de 2013

Con ocasión del Año de la Fe se celebró hoy domingo 28 de abril en Roma la fiesta del Sacramento de la Confirmación.


EL PAPA FRANCISCO CONFIRMÓ A DOS JÓVENES ARGENTINOS.

Esta mañana en San Pedro frente a mas de 100.000 personas, de los cuales 70.000 eran jóvenes que se preparan para recibir el sacramento de la Confirmación o que lo recibieron durante los meses de enero a marzo de este año, el Santo Padre Francisco confirmó a 44 jóvenes de distintas edades.

Entre ellos a dos argentinos provenientes de la Arquidiócesis de Buenos Aires: Julieta Guzmán de la Parroquia Santa Ana de Villa del Parque y Gianfranco Carranzana de la Parroquia Ntra. Sra. de Caacupé de la Villa 21 de Barracas. El Santo Padre enseguida los reconoció por el tono de voz y luego bromeó con ellos en el momento del saludo final a los 44 confirmados.

Se encontraban también en Roma Mons. Eduardo García, obispo auxiliar y pro-vicario general del Arzobispado y el Pbro. Alejandro Russo, rector de la catedral primada de Buenos Aires, Vicario y Secretario de la Vicaría Episcopal de Pastoral respectivamente. Estaba también presente en un lugar especial el Director de Cultos de la Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Dr. Alfredo Abriani.

Finalizada la ceremonia, el Santo Padre le comentó al P. Alejandro
Russo lo feliz que estaba de haber visto tanta juventud y lo simbólico que le resulta que al principio de sus dos etapas en el ministerio episcopal, la de Buenos Aires y la de Roma, hayan estado marcadas por la celebración del sacramento de la Confirmación que es el sacramento del Espíritu Santo, quien ilumina y conduce a la Iglesia, haciendo referencia así a la celebración de las confirmaciones masivas que tuvieron lugar en Buenos Aires en octubre de 1998, cuando en el altar levantado en Palermo recibieron el sacramento 40.000 personas en dos ceremonias a pocos meses de haber sido Arzobispo de Buenos Aires por la muerte de su antecesor el cardenal Quarracino.

Lic. Federico Wals

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viernes, 26 de abril de 2013

Al culminar la 105° Asamblea Plenaria el pasado 20 de abril, los obispos argentinos enviaron una carta al Papa Francisco renovando su fidelidad al Obispo de Roma y sucesor de San Pedro.


 105º Asamblea Plenaria (15-20 de abril) Destacado



    En la misiva los obispos le expresaron su voluntad de querer vivir la dulce y confortadora alegría de evangelizar “impulsados por el mensaje de Su
    Santidad que nos entusiasma y compromete a dar la vida como pastores”.
    Asimismo lo invitaron a venir a la Argentina en un futuro no lejano, interpretando el sentir del pueblo de Dios para “acoger el mensaje que su
    persona y su palabra nos transmitan, confirmándonos en la fe y alentándonos en la misión”.
    También remitieron una carta a S. S. Benedicto XVI, Papa emérito, expresándole su afecto, admiración, gratitud, y el reconocimiento de su
    amor a Jesucristo y a la Iglesia, junto a las luminosas enseñanzas de su pontificado, mencionando “sus gestos valientes y humildes, su testimonio personal de firmeza y mansedumbre en la adversidad”.
    Además le señalaron que “estamos seguros que su nuevo modo de servir a la Iglesia, en una vida orante y oculta, seguirá siendo fecundo para gloria de Dios y bien del pueblo cristiano y de toda la humanidad”.
    La carta concluye con un agradecimiento a la persona de Benedicto XVI “por todo el bien, la verdad y la belleza que nos ha regalado con su
    ministerio”.

    domingo, 21 de abril de 2013

    Mario Poli, el nuevo titular de la Arquidiócesis de Buenos Aires, asumió hoy su cargo en reemplazo a Jorge Bergoglio, quien fuera designado como nuevo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, en medio de una misa realizada en un altar de las escalinatas de la Catedral de la Ciudad.



    Si bien la presidente Cristina Kirchner no participa de la ceremonia por haber viajado a Perú y Venezuela, ordenó que asista prácticamente todo su gabinete nacional, entre ellos el vicepresidente, Amado Boudou, el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, los ministros Florencio Randazzo (Interior y Transporte), Julio Alak (Justicia), Débora Gorgi (Industria), entre otros.
    También estuvieron presentes el jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri y la vice-jefa María Eugenia Vidal.
    La elección se había oficializado el 29 de marzo, durante el pontificado de Francisco. Ese mismo día, Poli aseguró que la relación con el Gobierno Nacional será de “respeto y colaboración” pero con la “distancia y diferencia debida”.

    Homilia del Sr. Arzobispo Mons. Mario Aurelio Poli 20 de abril de 2013.



    «Yo soy el Buen Pastor»
    En el clima festivo de la Pascua de Resurrección, la liturgia de la Palabra nos lleva a contemplar la presencia del Resucitado bajo la imagen bella, bondadosa y cercana, que Jesús nos presenta de sí mismo: “Yo soy el Buen Pastor”. Sólo Dios puede llamarse “pastor” y así lo mencionan los salmos y profetas (cf. Salmo 22, Ez 34), pues Él es el único que se preocupa y ocupa de la vida de cada hombre y mujer que peregrinan en este mundo. Sólo Él cumple las promesas sin defraudar, y como verdadero pastor no quita la vida de nadie, ni se aprovecha de ella, sino que da generosamente lo que ningún otro puede dar: la Vida eterna, es decir, conocer y amar al único Dios verdadero, y a su Enviado, Jesucristo (Jn 17,3). Este pasaje revela la gran promesa del Señor: dar vida en abundancia.
    Presentándose como verdadero Pastor, Jesús establece con su pueblo una relación cordial, amorosa y solícita por la integridad de su rebaño. Él nos enseña que es pastor de 100 ovejas (cfr. Lc 15), esto es, no se conforma con tener 99 en el corral, sino que las quiere todas, sale a buscar la que falta, para que no se pierda ni una sola de las que el Padre le ha dado. El inmenso rebaño de la humanidad está bajo su mirada y espera que reconozcan su voz.
    En el corazón del Buen Pastor hay secretas intenciones que quedan reveladas cuando dice: «Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor» (Jn 10,16), y más claro todavía cuando les da el envío misionero a sus discípulos: «Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado» (Mt 28,19). Porque cuando entramos por la puerta de la fe (cf. 10,1), nadie ni nada puede arrebatarnos de las manos de Cristo y de las manos del Padre. El lenguaje de las manos de Dios nos recuerda de qué estamos hechos y quién es nuestro Creador. Nadie nos conoce tanto como Aquél que nos dio la vida y la impronta de su ser, porque somos su hechura y la obra de sus manos. El poder de su brazo nos reúne (Is 40) y la voz persuasiva del Pastor Santo nos invita a dejarnos abandonar en las manos de nuestro Padre Dios; y cuando eso sucede quedamos en buenas manos, con quien nos ama de verdad. Al conocerlo de algún modo ya le pertenecemos, y cuando lo amamos, lo reconocemos como nuestro Padre Fiel. Apacentar la grey es un “oficio de amor” dice San Agustín, y su objetivo es conducir al pueblo fiel a confiarse en las manos del Padre, porque su misericordia permanece para siempre (Salmo 99). Él es el que da fuerza y poder a su pueblo(Salmo 67).
    Cómo no ver en este pasaje de San Juan la pasión misionera que el Pastor quiere inspirar en nosotros, sus pastores, pasión que devuelve a nuestra Iglesia de Buenos Aires la renovadora tarea de evangelizar. El desvelo del Pastor por su rebaño, a nosotros sacerdotes, nos vuelve a remover el óleo de la unción que nos consagró para el apasionante oficio de apacentar, mientras que a todos los bautizados, su pueblo fiel a quien guía, les vuelve a agitar el agua del bautismo para comprender mejor que en el corazón de Cristo sólo cabe un deseo: «Él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.» (1°Tm 2,4).
    Queridos sacerdotes, el llevar con alegría este bendito oficio de servir con amor pastoral −que recibimos como un don de su mano generosa−, nos invita a renovar el entusiasmo por darlo a conocer a nuestro pueblo, para que conociéndolo puedan amarlo y servirlo. El estilo cercano del Buen Pastor nos señala el camino y el modo de ser pastores.
    Pueblo fiel, tanto nos ama Jesús Buen Pastor, que para alimentar en nosotros el deseo de la vida divina se ha hecho Cordero pascual, Pan partido para dar la vida al mundo. Nos ha dejado su bondad en el alimento que no perece. Él es el Pan bueno y verdadero. En la Misa, Él se convierte en el sustento del peregrino mientras camina hacia el lugar donde Él quiere llevarnos y compartir su Vida. Cada uno toma de esta fuente de amor eucarístico, lo que necesita para el camino cotidiano. Es el espacio sagrado donde escuchamos su Palabra y confesamos la fe con los hermanos. La Iglesia Madre tiende la mesa común y sin exclusión, invita a sus hijos a compartir el banquete.
    Dios, el Supremo Pastor de las ovejas ha prometido darnos pastores según su corazón (cf.Jer 3, 15). Esa promesa se realiza plenamente en Jesús el Buen Pastor. En su divina pasión se ha manifestado el amor misericordioso que brota de su corazón traspasado. La caridad pastoral es aquella virtud cordial con la que nosotros pastores imitamos a Cristo en su entrega de sí mismo y en su servicio a los hombres. La caridad pastoral determina nuestro modo de ser pastores hoy, de pensar y de actuar, (PDV 23) nuestra presencia de estar y caminar con la gente, y hasta nuestra oración e intercesión, para que nuestro gozo sea hablar a Dios de los hombres y a los hombres de Dios (San Juan de Ávila, Tract. Sac.).
    Esa cercanía que nos pone en la insustituible relación persona a persona, nos permite anunciar que “Cristo murió por todos, y que la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina.” Y que esa vocación se basa en que “Cristo resucitó; y con su muerte destruyó la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu:Abba!, ¡Padre! (GS 22), para que nadie se sienta huérfano en esta vida, porque tenemos un Dios que es Padre y siempre nos escucha cuando lo invocamos. «Él secará toda lágrima de nuestros ojos.» (Ap 7,17; 21,4).
    Al celebrar la figura del Buen Pastor en el comienzo de este nuevo servicio pastoral que me pide la Iglesia, recibo un gran consuelo y no puedo dejar de ver un signo de la Providencia que nos guía hacia un rumbo luminoso y esperanzador, para que, pastores y pueblo fiel hagamos juntos el camino de la evangelización. Con la elección del Papa Francisco, se nos ha contagiado la alegría de tener un argentino –tan cercano y querido-, en la Cátedra del Apóstol Pedro, y vimos cómo muchos compatriotas han renovado el gozo de pertenecer a la Iglesia. Al mismo tiempo, el Señor nos interpela a profundizar nuestro compromiso de discípulos y misioneros, para ofrecer la riqueza del Evangelio a los que viven, trabajan y pasan por nuestra Ciudad, de tal manera que conozcan a Dios Padre y sus dones de justicia, amor y paz. (cf. Carta al Pueblo de Dios, CEA, abril de 2013)
    Que no me falte en este servicio el amor a los pobres, sufrientes y excluidos, que inspiró a nuestro patrono, el obispo San Martín de Tours, quien supo remover de su corazón toda indiferencia; y de Santa Rosa de Lima quien me acompañó en estos años. Invoco la presencia y protección amorosa de la Madre del Pastor de los pastores, y le ruego que camine con nosotros; que Ella sea en el firmamento de la Ciudad de Buenos Aires «estrella de la Evangelización siempre renovada» (EN 81).

    Saludo de Mons. Joaquín Mariano Sucunza.


    Arzobispado de Buenos Aires

    OFICINA DE PRENSA


    Obispo auxiliar de Buenos Aires
    Querido hermano obispo Mario: toda la Iglesia en Buenos Aires en este día te recibe con inmensa alegría como a su Padre y Pastor, que en nombre de Dios nos traes la presencia amorosa de Jesús para ayudarnos a caminar en este tramo de la historia.
                Junto con los obispos auxiliares te expreso nuestro fraterno gozo y te aseguramos colaborar sin descanso para llevar adelante la obra que Dios, por medio de la Iglesia, te encomienda.
                Con todos los sacerdotes del clero secular y regular que en las distintas comunidades cristianas hacen presente y operante como colaboradores necesarios del orden episcopal, el rostro de Jesús Buen Pastor te prometemos, como lo hicimos en el día de la ordenación presbiteral, filial cercanía de comunión.
                Los religiosos y religiosas te expresan la disponibilidad de sus carismas y obras al servicio de la Iglesia en colaboración con tu ministerio apostólico, para enriquecerlo así con el don que el Espíritu hace a la Iglesia.
                Los laicos, esa multitud de fieles hombres y mujeres, jóvenes, adultos y niños, también te dicen hoy, al comienzo de tu ministerio entre nosotros, que quieren construir tu Reino en Buenos Aires siendo fieles a su vocación llevando el nombre de Jesús al orden temporal.
                También con especial énfasis te traigo el saludo de los enfermos, de los que sufren de distintas formas, de los que están detenidos en las cárceles, muchos de ellos hoy presentes sólo con su amor y en oración, ofreciendo por vos y por tu ministerio sus sufrimientos y oraciones.
                Querido obispo Mario, nuestro Arzobispo: que el Señor te conceda por muchos años acompañar como Padre y Pastor a la Iglesia en Buenos Aires. 

    Mons. Mario Aurelio Poli Tomó posesión de la Sede Arzobispal de Buenos Aires.


    Arzobispado de Buenos Aires

    OFICINA DE PRENSA


    Mario Aurelio Poli inició hoy su ministerio como Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina , en una solemne Misa concelebrada frente a la Catedral de Buenos Aires en la Plaza de Mayo.

    Estuvieron presentes el vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, el titular de la Cámara de Diputados, Julián Dominguez. También asistieron el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri y la vicejefe de Gobierno María Eugenia Vidal , entre otros funcionarios.

    La ceremonia comenzó en el interior de la Iglesia Catedral donde Mons. Poli fue recibido por Obispos, Presbíteros, Diáconos y Seminaristas, besó el crucifijo entregado por Monseñor Joaquín Sucunza como su primera expresión de fe, recibió la llave de la Catedral y rezó con todos ellos ante el Santísimo Sacramento.

                                  

    Finalizada esta celebración, salieron al escenario emplazado frente a la Catedral, donde el Canciller Monseñor Fernando Rissotto leyó la Bula Papal que lo designó como Arzobispo.


    Monseñor Sucunza le leyó unas palabras que le envió el Papa Francisco. Entre otras cosas, le dijo: “Te deseo un ministerio paternal y fecundo, y así lo pido al Señor. El pueblo fiel de Dios porteño es querible… no te costará trabajo llevarlo en tu corazón. Este pueblo fiel, que es lo que más extraño desde esta nueva Diócesis”.

    Enseguida, recibió el saludo de una delegación de dos sacerdotes (el más anciano y el más joven), dos religiosos, dos religiosas y un conjunto de laicos; entre los cuales se encontraban niños que pronto recibirán su primera comunión.

     A las 16.30 comenzó la Celebración Eucarística donde el Arzobispo concelebró junto a obispos de Buenos Aires.  Durante la homilía enmarcada en el Evangelio del Buen Pastor, aseguró:
    “Sólo Jesús cumple las promesas sin defraudar, y como verdadero pastor no quita la vida de nadie, ni se aprovecha de ella, sino que da generosamente lo que ningún otro puede dar: la Vida eterna... Sin la Eucaristía no podemos vivir, no podemos caminar, no existimos”. En concordancia con el corazón apostólico del Papa Francisco, afirmó “Que no me falte en este servicio el amor a los pobres, sufrientes y excluidos”.

                                               

    Antes de la última bendición, ofreció un cálido agradecimiento a “Dios Padre Providente, vida y aliento, Jesús luz del mundo y a su Don de Amor, el Espíritu Santo. A la Iglesia que nace del corazón traspasado de cristo y que hoy se ha confiado a su Vicario el Papa Francisco”. Y confesó: “Se imaginan el susto que me dio y todavía no se me pasa, al enterarme que el Papa me eligió para sucederlo en la sede de Buenos Aires. Al susto le siguió un enorme sentimiento de indignidad y pequeñez que tampoco me pasa… Pero reconozco la paz de Dios que empieza a acariciarme. Reconozco el afecto de todos” y agradeció después a los Obispos, Sacerdotes, familia y amigos entre otros.

    Por último, se acercó a saludar al Vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, al Jefe de Gobierno, Mauricio Macri y demás funcionarios presentes en esta celebración. Así como también, a los sacerdotes y laicos presentes.

    Les compartimos fotografías en alta resolución de la celebración de hoy. Los créditos de las mismas corresponden a Marcelo Orlich, reportero gráfico y colaborador del Arzobispado de Buenos Aires.